Cuando empezamos a observar de manera sincera cómo pensamos, qué es lo que sentimos y cuál es el motor principal de nuestras acciones, podemos llegar a encontrar cosas que hubiéramos preferido no ver.
Por eso, el principal obstáculo del autoconocimiento es el miedo nos asusta lo que podemos encontrar en nuestro interior o incluso darnos cuenta de que algunas cosas que pensábamos sobre nosotros mismos no son verdad.
Tal vez empecemos a ver que no somos tan generosos, capaces o inteligentes cómo le hacemos creer a las demás personas. Luchamos cada día por dar una imagen ideal de nosotros mismos, a veces, incluso, tratando de convencernos a nosotros mismos de que, si los demás pueden ver todas esas cosas maravillosas en nosotros, tal vez seamos realmente de esa manera.
Sin embargo, esa búsqueda de demostrar al mundo lo que quisiéramos ser o lo que esperamos que piensen de nosotros, siempre nos deja con un vacío imposible de llenar. Es como si tomáramos agua salada para calmar la sed y, al final del día, terminamos con más sed que al principio; sed de admiración, de respeto, de valor y de reconocimiento.
A pesar de nuestros esfuerzos de engañarnos incluso a nosotros mismos, cada uno sabe en su interior cuándo está siendo auténtico y cuándo no.
Pero mientras sigamos esperando que esa admiración, ese respeto, ese valor y ese reconocimiento venga de afuera, es decir, de las personas a nuestro alrededor, nunca será suficiente. ¿Por qué? Porque adentro sabemos que no es más que una fachada y que por más que los demás lo crean, no logramos engañarnos a nosotros mismos.
Y en ese círculo vicioso, siempre querremos y necesitaremos más de los demás para poder tratar de sentirnos satisfechos con nosotros mismos. Es por eso que es necesario ese primer paso de honestidad con nosotros mismos, pues sólo así podemos empezar a frenar esa bola de nieve que, en muchas ocasiones, lleva años y años de falsedad.
Y aunque preferimos no ver algunos aspectos de nosotros mismos, es imposible transformarlos si no entendemos primero cuáles son esos aspectos, de dónde vienen y qué función cumplen en nuestra vida.
Conocernos es una necesidad si algún día esperamos vivir de manera plena y auténtica, pues lo bonito de todo este proceso es que, solo cuando realmente conocemos, entendemos y aceptamos lo que hay en nuestro interior, podemos permitirnos ser nosotros mismos.
